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¿Alguna vez te has preguntado cómo funcionan los depósitos bancarios? Si es así, sigue leyendo, porque vamos a explicarte qué son, qué tipos hay y cuáles son sus características principales.
Al terminar esta guía no sólo conocerás la figura en profundidad, sino que sabrás si te interesa invertir en estos productos de ahorro o no, y cuáles son sus ventajas y desventajas respecto a otros productos de ahorro e inversión.
Un depósito bancario es un producto que te permite obtener unos réditos como ahorrador, gracias a la inmovilización de determinado capital. Básicamente, como ahorrador depositas en una entidad financiera o banco la cantidad de dinero que se haya pactado.
Este dinero se depositará durante un plazo preestablecido, y al terminar este plazo, el ahorrador podrá recuperar su dinero más los intereses acordados. Normalmente, se establecen primas o penalizaciones por retirar total o parcialmente el dinero depositado con antelación al vencimiento del plazo.
Esta figura podría entenderse como una especie de préstamo que haces al banco. Préstamo por el que te paga unos intereses, por supuesto.
Con lo dicho hasta el momento puedes identificar ya los tres elementos integrantes del depósito bancario.
Los depósitos bancarios pueden clasificarse de diversos modos, dependiendo de la forma de determinar el tipo de interés que les es de aplicación, o bien el plazo en el cual podrá rescatarse el capital invertido.
Habitualmente, cuando negocies un depósito bancario con tu banco o entidad financiera conocerás de antemano el plazo y el interés que se aplicarán al negocio, así como si se exige un capital mínimo y otras características básicas del pacto. Este tipo de depósitos se conocen como depósitos a tipo fijo.
A fin de cuentas, los depósitos bancarios suelen ofrecerse en masa, pues son productos de ahorros diseñados para la generalidad de ahorradores. Sin embargo, al margen de que el producto que contrates pueda ya estar diseñado, podría pasar que no conozcas los índices que se aplicarán al depósito.
Esto sucede en los depósitos de tipo referenciado. En estos casos, el interés a aplicar al negocio se conoce por referencia a otra medida. Generalmente, la medida de referencia es un determinado tipo de interés o la evolución de ciertas cotizaciones.
Además, debes tener en cuenta que la mayoría de los depósitos referenciados emplean cláusulas de salvaguarda, que pueden servir como techo (hat) o como suelo (floor). Huelga decir que hay que tener cuidado con este tipo de cláusulas, que podrían limitar tus ganancias.
Existen, por tanto, múltiples técnicas para determinar el tipo de interés que se aplicará a un depósito, pudiéndose combinar los tipos fijos con los tipos variables por referencia.
Los depósitos a la vista permiten disponer en cualquier momento del dinero que se ha ingresado en la cuenta. Por eso, lo más habitual es que no arrojen rentabilidad alguna. Por otro lado, los depósitos a plazo son los que propiamente estamos tratando en este artículo.
Al limitarse la disponibilidad del dinero depositado, el banco o la entidad financiera ofrece unos intereses para hacer atractiva la inversión.
Además de los tres elementos básicos del depósito bancario que ya hemos analizado, debes tener en cuenta otras características que te permitirán estudiar si te interesa contratar este producto de ahorro o no. Estas son, principalmente:
La seguridad del depósito bancario hace que estos productos de ahorro sean muchas veces combinados con otros productos de inversión. De este modo, el ahorrador puede diversificar su estrategia financiera, ampliando su posibilidad de beneficio sin jugarse por ello toda su inversión.
Probablemente la mayor ventaja de este producto de ahorro se encuentre en su seguridad. El Fondo de Garantía de Depósitos garantiza los depósitos en toda Europa de hasta 100 000 euros por titular.
Además, como se ha señalado, lo más habitual en este tipo de productos es que el interés esté fijado de antemano, lo que reduce los riesgos que debes asumir como ahorrador.
Aunque el interés que se está aplicando a estos productos es bajo, los depósitos siguen siendo una opción favorita para el ahorrador. Estos intereses bajos se compensan con un reducido riesgo. Además, la inflación negativa reduce los efectos nocivos de una tasa de interés moderada.
Por otro lado, comparativamente se presentan como un producto con un índice rentabilidad-riesgo más que favorable. Lo que en parte no es virtud del depósito, sino consecuencia de un mercado de productos de inversión con ofertas poco competitivas.
Como decimos, la principal desventaja de los depósitos bancarios radica en su reducida rentabilidad actual. Las tasas de interés aplicables rondan el 1 % (algunas son ligeramente superiores), lo que significa que tus expectativas de beneficio no pueden ser excesivas.
Por supuesto, esta desventaja se compensa por la seguridad que presenta el producto. Por eso, muchos ahorradores españoles optan por los depósitos bancarios, haciendo gala del perfil conservador del inversor español.
Además, debe tenerse en cuenta que los reducidos tipos de interés vienen marcados por la política actual del Banco Central Europeo, por lo que los productos de inversión y ahorro están siendo, en general, poco atractivos. Por ejemplo, al cierre de 2017, la rentabilidad de los fondos de renta variable se situaba en torno al 3,23 %, y la de los pagarés de empresa a un año en el 2,15 %.
Sin embargo, el inversor que quiera optar a tasas de beneficio superiores deberá atreverse con productos financieros más arriesgados.
Los bancos o entidades financieras que te ofrecen realizar un depósito lo hacen para obtener capital o liquidez, por lo que los intereses que te pagarán corresponden a una especie de remuneración por haberlos financiado.
Tal vez, la forma más sencilla de comprender este producto de ahorro sea mediante la figura que hemos propuesto más arriba: entender el depósito como un préstamo que realizas al banco, por el cual te paga unos intereses.
Como hemos anticipado a la hora de hablar de las ventajas de estos productos de ahorro, la tasa de inflación negativa es uno de los determinantes capitales de la utilidad del depósito bancario.
Como ya se advirtió, a la hora de conocer la rentabilidad real de este producto debes tener en cuenta tanto el interés pactado como la tasa de inflación presente y prevista. Ten en cuenta que un depósito puede inmovilizar tu capital durante varios años.
Además, los gastos y comisiones asociados al producto de ahorro podrían consumir los beneficios que este aportara. Por tanto, tendrás que considerar también este elemento.
En definitiva, debido a las características de estos productos, nuestra recomendación es que los emplees si eres un ahorrador prudente. A la vez, si quieres ahorrarte un susto deberías realizar inversiones por importes inferiores a los 100 000 euros cubiertos por el Fondo de Garantía de Depósitos.
Además, deberías optar por los depósitos más conservadores, en los que se determina el tipo de interés antes de celebrarse el negocio. De este modo podrás realizarte una imagen fiel de cuál va a ser el resultado de tu inversión.
Recuerda que la ratio rentabilidad-riesgo de estos productos es de las mejores del mercado.
Claro, que la tasa de inflación podría hacer totalmente desaconsejable este producto. Por ejemplo, hubo depósitos en 2017 a los que se aplicó una rentabilidad nominal de entre el 0,04 y el 0,08 %, lo que combinado con una tasa de inflación del 1,2 % conllevó un rendimiento negativo. Es decir, si hubieras invertido en ellos habrías salido perdiendo en términos reales.
Aunque, por supuesto, siempre es mejor que pierdas al ritmo del 0,04 % que al ritmo del 1,2 %. Es decir, aún en los escenarios en que los depósitos bancarios no sean un producto de ahorro real, siguen siendo más interesantes que tener el dinero parado en la cuenta, siempre que no necesites liquidez inmediata.
Es por ello que muchos ahorradores emplean los depósitos bancarios para evitar o ralentizar la depreciación de su dinero si no hay otro producto financiero o de ahorro más rentable o más seguro.
En cualquier caso, no es recomendable acudir a este tipo de productos cuando preveas que puedes necesitar el dinero depositado a corto o medio plazo. Su escasa rentabilidad hará antieconómico buscar otras vías de financiación para tus imprevistos, por lo que podrías terminar cancelando anticipadamente el depósito. De ese modo, perderías tus beneficios y habrías financiado gratuitamente al banco.
Si quisieras tener un beneficio potencial mayor, tal vez lo mejor sería que optaras por algún producto de inversión más arriesgado. Por ejemplo, las acciones bursátiles cerraron diciembre de 2017 con índices de rentabilidad del 9,49 %.
En Bonsai Finance podemos asesorarte en profundidad si estás pensando en contratar un producto de ahorro o de inversión. Ya has visto que en ocasiones no es tan fácil conocer la rentabilidad real de estos productos.
Por eso, antes de contratar tu producto de ahorro, puedes consultarnos, y seleccionaremos los depósitos bancarios que mejor se adapten a tu perfil y a tus necesidades.