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Los depósitos estructurados o depósitos referenciados son un producto financiero que ofrecen una rentabilidad variable en función del comportamiento de ciertos activos.
El usuario presta una cantidad de su dinero al banco y, tras finalizar el tiempo estipulado, se le devuelve, sumando a esta cifra la rentabilidad obtenida, que se llama cupón y que se corresponde con un porcentaje del total invertido.
Al depender de los activos (llamados activos subyacentes en este caso), no podemos estipular cuál será el beneficio a obtener, pues trabajamos con las cifras que se mueven en el mercado de valores, que son totalmente cambiantes.
Al tener una rentabilidad variable y ser un producto de medio y largo plazo, se pueden conseguir beneficios por encima de la media con bastante facilidad.
Obviamente, resulta esencial conocer, de manera clara y concisa, cuáles son las ventajas e inconvenientes de los depósitos estructurados. Cualquier inversión requiere del máximo conocimiento por parte del inversor, tanto de los aspectos positivos como, por supuesto, de los negativos.
Veamos qué beneficios obtenemos al invertir en un depósito estructurado.
Nunca pierdes dinero puesto que la inversión la recuperas siempre.
La excepción se da en el caso de que optes por uno que permita la cancelación anticipada, pues el capital se garantiza al vencimiento y podría ocurrir que, en el momento de dicha cancelación, este se venda a precio de mercado, algo que puede resultar desfavorable.
Los depósitos estructurados son, en la mayoría de los casos, más rentables que los conocidos depósitos a plazo fijo.
Esto significa que no todos tus beneficios tributarán por igual a Hacienda, lo cual sería más que inadecuado en caso de obtener grandes beneficios. Existen tipos impositivos diferentes y se aplican en cada tramo de la cantidad a declarar, comenzando por un 19% para los 6000 primeros euros, continuando con un 21% hasta los 50000 y alcanzando el 23% hasta los 100000. Así, siempre tributas menos.
Es la entidad con la que contrates el depósito la encargada de rendir cuentas a Hacienda. Tú recibirás, por tu parte, tus beneficios netos, por lo que no tienes que pagar nada a hacer la RENTA (aunque sí declararlo).
Como ocurre con este tipo de productos de inversión, la mayoría no se pueden cancelar. Por ello, es esencial que tengas en cuenta que no podrás usar ese dinero hasta la fecha de vencimiento por lo que debes tener claro si lo necesitarás antes o no.
Al igual que son más rentables que los fijos, también son más riesgosos.
Algo que no se puede controlar es precisamente lo que más nos interesa de invertir: la rentabilidad. La retribución que recibiremos está relacionada con cómo se comporten los activos subyacentes, de manera que no podemos predecir cuánto ganaremos, ni siquiera de manera aproximada. Tenemos que esperar.
Desgraciadamente, el cliente e inversor no puede calcular la rentabilidad del producto, al ser esta variable. Por lo tanto, cuando se deposita el dinero no se sabe con seguridad cómo de rentable será la actuación.
Sí que existen, en muchos casos, un máximo y un mínimo (que en la práctica totalidad de ellos es cero) que indica cada entidad financiera. Esto significa que, en el peor de los casos, la rentabilidad será nula, es decir, no ganarás nada, y que la tajada más beneficiosa se dará por el máximo establecido, que se debe indicar por adelantado al usuario.
Esta, que, como ya hemos dicho, es variable, se relaciona con:
Se trata del momento en que se fija el precio referente inicial de los activos subyacentes.
Es el momento en que finaliza el depósito, cuando se fije el valor final de los activos.
Es el elemento que marca la rentabilidad en función de cuál sea su valor antes y después de invertir en él. Por lo general, se trabaja con índices y acciones, si bien, es esencial recordar que el usuario sólo va a ganar un beneficio en función del comportamiento de estos, en ningún momento compra acciones, invierte en bolsa ni similar.
Lo que se hace es comparar el valor de los activos subyacentes en la fecha de observación inicial y en la final. Si el valor al final es más alto, el usuario obtiene un beneficio, el cupón. Si, por el contrario, el valor final de los activos es menor, el usuario conseguiría la rentabilidad mínima que, como hemos comentado, en muchos casos es cero.
Sin embargo, reiteramos que es imposible calcularla por adelantado. Sólo podemos conocer, en función del máximo establecido, cuál sería la rentabilidad máxima, algo que nadie nos garantiza.
Finalmente, desde Bonsai Finance queremos darte algunos consejos de uso de los depósitos garantizados, de manera que te asegures de que tu dinero siempre queda en buenas manos.
Recuerda que las ganancias resultantes deben tributar a Hacienda. Aunque la entidad en cuestión practicará la retención correspondiente, tienes que hacer la declaración cuando llegue el momento.
Al igual que cuando inviertes en bolsa, apuestas por empresas que están en alza y consideras que tendrán éxito.
Aunque sea muy baja, procura siempre optar por los depósitos estructurados cuyo mínimo no es 0% pues tienes la posibilidad de haber tenido tu dinero inaccesible por mucho tiempo sin recibir nada a cambio.
Como cualquier otro depósito bancario, el Fondo de Garantía de Depósitos se hace cargo de hasta cantidades de 100000 euros. Por ello, si vas a invertir una cantidad superior, te aconsejamos que la dividas en diferentes entidades y depósitos, de manera que siempre se te garantice la devolución de lo invertido.